Es difícil para mí
explicar lo que soy, siempre sostuve y seguiré sosteniendo que describirse es
limitarse, pero hay características que se filtran por sí solas, que soy incapaz
de ocultar. Mido un metro cincuenta y monedas y no lo puedo ni siquiera
esconder, pero me encariñé con mi altura y me encanta no llegar a la alacena
cuando busco azúcar. Tengo un color de pelo naturalmente raro, a veces muy
rubia, a veces colorada y hasta castaña, se ve que soy indecisa hasta en eso,
porque sí, dudo absolutamente todo, y sí, también se le dice histeria. Hablo
mucho, pero cuando digo mucho es mucho, increíblemente mucho, a niveles
inesperados, inconmensurables, inalcanzables, inexplicables. Me río
exageradamente numerosas veces al día, no paro de reír y de sonreír, a veces se
me acalambran los músculos de la cara por sonreír tanto. Y no miento. Tampoco
exagero. Se me acalambran los músculos. Ya alcancé un nivel de simpatía estrepitoso
y me encanta, creo que es mi mejor virtud y lo que me define.
Testaruda hasta
el fin, me gusta tener la última palabra y no sólo eso, sino también tener la
razón y defenderla a muerte porque sé que la tengo. Te puedo dejar sin palabras
o con mil caracteres para que me enfrentes. Me tropiezo en todos lados, soy
torpe, rompo la mayoría de las cosas que toco, no me gusta atarme los cordones
ni armar la cama, siento que pierdo segundos elementales de mi vida aunque sólo
es una excusa para no hacerlo. Me olvidé la vergüenza y la timidez en la
placenta y gracias a eso, o no, soy espontánea, audaz, intrigante, elocuente y
descarada. Sensible como un jazmín, frágil como una esfera de cristal. Me
rompieron el corazón y quizá yo también lo rompí. Lloro en mi soledad, lloro
mares, lloro demasiado, lloro descomunal e incontroladamente. En mi epitafio estoy
segura que se va a poder leer “cruzó la calle sin mirar y el semáforo indicaba
luz roja”. Con respecto a eso, no, no le tengo miedo a la muerte, le tengo más
miedo a la vida. Pero es hermosa, y me encanta vivirla.
A mi manera, con mis defectos,
mis escasas virtudes, con la gente hermosa que me rodea, y con lo que soy,
antes muerta que sencilla.
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