lunes, 27 de junio de 2016

Decime

No me digas que soy hermosa y no es que sea soberbia simplemente es porque a eso se lo podes decir a cualquiera. Estoy firmemente convencida de que la belleza depende de los ojos que la vean.
Por eso no me llenes de palabras típicas, no me digas palabras que cualquiera me puede decir o que a cualquiera se las podes decir, ya hay mucha monotonía en mi vida.
Decime que en tus días malos te hago reír, decime que como yo nadie te divierte, decime que me consideras una mente interesante, decime que te gusta la forma en la que pienso, decime que te gusta la forma en la que me expreso, decime que me extrañas todo el tiempo, decime que con un abrazo mio sos la persona más afortunada, decime que no cambias por nada en el mundo intercambiar miradas, sueños, momentos, decime que no te imaginas tu vida sin mi presencia, decime que como yo nadie te va a poder hacer feliz.
Decime cosas así, cosas que no le podes decir a cualquiera, porque lo estético, lamentablemente, se pudre con el pasar del tiempo.

lunes, 13 de junio de 2016

Trescientos kilómetros

Se extrañan las mañanas silenciosas. El canto de los pájaros. El ruido de las piedras cuando vas en auto. El saludo del vecino cuando pasas por la vereda. El olorcito a asado del domingo. Se extraña el verde. El aire puro. El olor a tierra mojada cuando llueve. El mate a cualquier hora con cualquier persona que se te cruza por el camino. Salir a caminar y que solo vos estés en esa cuadra. Se extrañan las siestas que te dejan totalmente perdido. El solcito de la tarde con un viento que apenas te peina. Se extraña el ruido del río y la arena en mis pies. La comida casera. La gente simpática. Se extraña el cielo oscuro y las estrellas brillantes.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Impaciencia

Cuando tenía ocho años tuve que leer un libro para primaria que me encantó, “Que sea la Odisea” me acompañaba a todos lados y yo no paraba de relatarle a todos mis familiares los nuevos capítulos que iba leyendo. Me gustó mucho uno. Me gustó leer el capítulo en el que Penélope teje y desteje esperando a su amor Ulises que se había ido a la guerra. Quizá me gustó porque en ese entonces creía mucho más en el amor de lo que creo ahora. Quizá me gustó porque no lo analicé racionalmente sino sentimentalmente. Quizá me gustó por la ternura que entre líneas se podía leer. Lo esperaba. Tenía incontables pretendientes, sin embargo lo esperaba a él. A los hombres interesados en ella les dijo que cuando termine el tejido iba a elegir a alguno de ellos para casarse. Tejía durante el día y destejía por la noche. No quería a ninguno de los que sí la querían. Quería al que se había ido, al que no sabía si iba a volver, al que quizá no la amaba. Tenía paciencia. Lo esperó, lo esperaba, lo iba a seguir haciendo. No le importaba nada ni nadie.
Yo quería ser en algún momento de mi vida Penélope. Quería que un hombre me enamore de forma tal que no pare de esperarlo. Quería tener esa fuerza de voluntad, ese amor puro y sincero, esa entereza incontrolable, ese aguante muy pocas veces visto.
Una década después, por suerte, no quiero lo mismo.
Las Penélopes modernas no sabemos tejer.
Ni esperar.  

sábado, 23 de abril de 2016

Mía

No me digas que soy linda. No me interesa que te guste mi apariencia. Soy más que mi apariencia. Lo que vale de mí está adentro. Es complejo, rebuscado, confuso y en muchas ocasiones contradictorio. El fuego que enciende mis pasiones tiene sed. Sed de conversaciones intensas, charlas interesantes, discusiones calurosas y cuestionamientos que me hagan pensar, ahondar más en los misterios de este mundo tan absurdo y de esta vida tan valiosa y a la vez tan efímera.
No me invites a tomar algo. Invitame a conocer mundos nuevos, a explorar nuevos horizontes. Invitame a descubrir de lo que somos capaces juntos. Invítame a soñar. No me agarres de la cintura. Agarra mi mano. Apretala. Haceme sentir viva. Recordame que las manos de los seres humanos son como piezas de un rompecabezas, que encajan, que están hechas para sostenerse unidas.
No me beses con lujuria. Besame con pasión, con respeto, con entrega. No te olvides el sabor de mi boca. Recordá que con esa lengua pronuncio las palabras para expresar lo que pienso y lo que siento. Que con esa boca defiendo al desvalido y grito a todo pulmón para que el mundo escuche mi voz, junto a millones de personas más, y sepa que queremos un mundo justo, un mundo compasivo, un mundo unido.
No tomes mi corazón como tu posesión. No es tuyo. Nunca lo será. Sentite afortunado de que lo comparta con vos. Mi posesión más valiosa, mi vitalidad, está en tus manos. Cuidala, porque no te pertenece. No intentes conquistarme. Jamás seré propiedad tuya, ni de nadie más. Existieron otros antes de vos y todos han intentado colonizarme. Dejame ser libre, mía, pero compartida.
Cuando llore, no me tengas lástima, no seas condescendiente. No me digas qué hacer, ni que todo estará mejor. Ya sé que todo pasa. No quieras pensar por mí, ni sentir por mí. Cuando llore, abrázame. Acaríciame. Recordame que no estoy sola. Que vos también lloras. Que está bien llorar. Cuando me equivoque, no me humilles. Recordame que soy más que mis errores. Que no soy blanco o negro, que tengo en mí cientos de matices al igual que vos. No me digas que soy perfecta. No me subas a un pedestal porque me voy a caer. Soy torpe, lo sabes. No me encierres en una jaula de oro. Mirame por lo que soy. No por lo que crees que soy o lo que querés que sea.
Por último, amame. Amame como soy. Con mis miedos y mis pasiones. Con mi luz y mi oscuridad. Con mis días alegres y mis días de dolor, tristeza y amargura. Cree en mí. En mi capacidad de amarte. Siempre. 

jueves, 14 de abril de 2016

Floja

Soy como una baldosa floja, que crees que permanece inmóvil, que está consolidada, fija, conectada, empalmada, que crees que está arraigada a la superficie. Pero no. Todo lo contrario. Soy como una baldosa floja, que algunos la pisan, y se sorprenden con lo que acumulaba. Soy como una baldosa floja, que algunos no pisan, que algunos pasan por al lado, porque saben, porque se dan cuenta, porque no quieren que los sorprenda con lo que acumulo. O simplemente ni siquiera se dan por aludidos, o no les importa y tuvieron la suerte (o la mala suerte) de que no los salpique.
Soy como una baldosa floja, que parece que está perfectamente encajada en el suelo y vos la pisas, porque confiás en esa firmeza, y resulta que te salpica con agua estancada que ocultaba. Soy como una baldosa floja que te sorprende, que la ves adecuadamente ensamblada en la vereda y te salpica. Te salpica con amor, con odio, con cariño, con abrazos, con te quieros, con risas, con muchas lágrimas, con enojos, con mal humor, con histeria, con caprichos, con orgullo, con simpatía, con dulzura, con mimos, con gritos, con delicadeza, con mañas, con sensibilidad, con alegría.
Soy como una baldosa floja, que la observás y pensás que está perfecta pero no. Mirala bien. Prestale atención. Está floja. Y te puede salpicar. Y te va a salpicar.